viernes, 21 de abril de 2017

ESE MUNDO TAN EXTRAÑO (COMPRIMIDO EN UNAS POCAS HORAS)

Me encanta cocinar. Algo tan simple como rebozar unas croquetas caseras, de morcilla y piñones, se puede convertir en un pequeño placer. La radio, de fondo, desgrana una conversación entre dos tipos: un critico de cine y un tal Francino. Hablan sobre una película que no he visto y, casi seguro, no veré. El argumento parece basarse en una historia real: una mujer demandada por un tipo que niega el Holocausto. Locutor y hombre de cine se enfrascan en una conversación sobre la intolerancia y, por un momento, me parecen un dúo de humoristas, o payasos, en el que uno, siempre el mismo, acaba siendo la víctima. El crítico diagnostica, el que se autotitula periodista apostilla lo que dice el primero, retratandose, sin darse cuenta. La intolerancia y las creencias infundadas que defiende día tras día, conforman lo que en ese momento critica con tanta seguridad.
Debo una disculpa, a alguien que se va a molestar por dársela. Llamo por teléfono a una amiga y me preparo para recibir una reprimenda por sentir no habernos podido ver a más de medio millar de kilómetros de nuestros respectivos hogares. Tras el protocolo, al que me he referido con anterioridad, me comenta que va a hacer una ruta por un conocido desfiladero. Me pregunta si lo conozco y contesto que yo la hice hace bastante tiempo. Me plantea cómo le aconsejan hacer la excursión. No puedo evitar pensar que todo se desmorona. Una actividad relacionada con la Naturaleza se ha acabado convirtiendo en un sacacuartos sin sentido. Ahora, por mor de una extraña moda, se debe desandar lo desandado, para poder demostrar (no se sabe a quién), que se es un émulo de Martín Fiz o, mejor, de Forrest Gump cuando tuvo la idea de correr sin parar. Por si esto pudiese parecer poco, existen guías, al módico precio de 35 euros por persona, que te ilustran sobre el recorrido. Cuento a mi amiga que nosotros fuimos a nuestra bola y vimos, por ejemplo, como funcionaban las trampas para lobos que los pastores diseñaron desde tiempos inmemoriales, pues se encontraban perfectamente señalizadas, con sus correspondientes carteles explicativos, pudiendo andar en medio del intrincado sistema. Deshacer lo andado, sin necesidad, para demostrar que se es muy aguerrido (aunque luego muchos no puedan moverse durante tres días) y contratar un guía para andar por el campo en un camino con una señalización perfecta, todo un maravilloso ejemplo del consumismo real y espiritual que se ha implantado en nuestra sociedad. Absurda moda del parecer y el no estar.
Cambio de escenario. Toca aprender. Comparto con unos compañeros de estudio un vídeo peculiar sobre la tecnología lusa.


Intuyo que no hace falta traducción. 
Todo parece extraído de un libro de similar hechura a la "La conjura de los necios" (gracias, Isa, por tu recomendación) o de cualquiera de las novelas de Eduardo Mendoza, protagonizadas por ese demente detective sin nombre. La trama no desmerece en ningún caso: un tipo, con pasamontañas, lanza un artefacto, imagino que de precio alto, para demostrar que la tecnología de un país es la repanocha, acabando en el mar el citado aparato, como si de un avión de papel infantil se tratase. Todo ello contemplado por militares de alta graduación y políticos. Echo en falta a alguien diciendo: "Y dos huevos duros".
Vuelta a casa. Abro una red social y leo lo de siempre. Me empiezo a cansar de jugar a lo mismo y sé que toca vivir. La red, una mentira organizada para parecer, hacer creer, no dar el paso. Quien cree da el paso; se hace presente.
Dan vueltas las cuestiones sobre la corrupción. Dan vueltas las críticas. En mí dan vuelta otras cuestiones: quiénes apoyan a los corruptos; quiénes pagan a los encargados de sacar vergüenzas, otrora escondidas, para perjudicar a gente intocable hasta hace bien poco. Por qué antes no y ahora sí.
Certezas: la facción que dirige el PP se ha visto fortalecida tras salir a la luz pública las miserias de sus oponentes dentro del partido. Por el momento han llegado hasta los delfines, pero pueden llegar hasta la cima, si unos y otros siguen oponiéndose al poder de los que dirigen a los populares.
Alguien, con mucho poder, está saldando cuentas pendiente. Cuentas que  no se paran ni en la con anterioridad intocable monarquía (hoy le ha tocado a compiyogui).
Hablando de corrupción, de repente me viene a la cabeza una conversación, acontecida hace muchos años, donde alguien nos explicaba, en una terraza frente a una magnífica fachada plateresca que antecede al mejor museo de España en su género, el funcionamiento de estas cosas. Una de las primeras cosas que hizo un presidente del Gobierno de este país, anteriormente presidente de una comunidad autónoma, fue llamar a un trabajador de un medio público, que le asesoró años antes, de manera desinteresada, para que, durante la campaña electoral, abandonase su gesto adusto y, a veces, desagradable, pidiéndole que sonriese y se acercase a la gente de manera más natural. El citado político, en esa llamada, como  gesto de agradecimiento, se interesó por el estado de su asesor y le dejo claro que cualquier cosa que necesitase la tendría. Quien nos contaba esto era un compañero, y amigo, de ese honrado trabajador que no utilizó la prebenda que le ofrecieron. Por eso no me extraña nada de lo que ocurre. En el fondo, se trata de saciar el ansia de poder de los que se dedican a la Política, a la religión... para que nada cambie y los que tienen el poder real, el económica, sigan haciendo lo que les place.
Parece que la Transición y sus mitos falsos se derrumba. Me sigue intrigando saber quién y qué se mueve detrás de este ventolera.
Debajo del reloj, Portugal... buen día para planificar sobre la marcha. Recuerdos, amigos, familia y... Mañana será otro día.
Me despierto. Escucho a los mismos de siempre descalificar a los jóvenes por no poder sin redes sociales. Me resulta chocante que ellos, que no pueden vivir sin deformar la realidad, denominándose periodistas, se olviden de lo que ven en el espejo cuando se miran todas las mañanas. 
Me agotan las redes; las que me atrapan, en las que me atrapo y en las que me quieres atrapar. Sin redes, entre los dedos. Sólo eso, quiero dedos y despertar entre las piernas. 
Dos día a vueltas con Exquirla. Esto es algo muy serio.




Un saludo.

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